Pueblos, naturaleza y cultura en la Constitución brasileña de 1988: el avance tímido y el retroceso descarado del siglo XXI

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Carlos Frederico Marés de Souza Filho

Resumen

En 1985, Brasil salía de un periodo de 21 años de dictadura y abría un proceso constituyente para lograr una redemocratización. La Constitución de 1988 fue nombrada como «ciudadana» porque reforzó los derechos civiles e introdujo derechos colectivos de pueblos indígenas y otros pueblos tradicionales, derechos colectivos sobre el medio ambiente y la cultura, además de derechos a la vivienda, a la salud, a la educación y de los consumidores. No fue fácil la implementación de esos derechos y el presente trabajo analiza la aplicación de los derechos de los pueblos y de la naturaleza, dividiéndolos en tres periodos particulares. El primero, desde la promulgación de la Constitución, en 1988, hasta la elección de Lula da Silva y su posesión en 2003; periodo marcado por la aplicación de políticas neoliberales en contraposición con las normas constitucionales colectivas. El segundo periodo, representado por los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff, del 2003 hasta el 2016, cuando la presidenta es alejada para que asuma su vicepresidente; periodo marcado por un desarrollismo contradictorio con los derechos colectivos. El tercer periodo, a partir del 2016, caracterizado por la intención de destruir la Constitución.

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